Pandev pugna un balón con Lahm. |
Enfrentamiento digno de cuartos de final de la Champions en el Allianz Arena. El Bayern pagó cara la falta de puntería. Partidazo de Eto’o y Pandev. Cuarta eliminatoria consecutiva que gana el Inter jugando la vuelta fuera de casa.
CHAMPIONS LEAGUE. Se preveía un partidazo. Y no defraudó. El replay de la última final de la Champions, en la vuelta de los octavos en Múnich. Y acabó como aquella vez en Madrid. El campeón de Europa se fue del Allianz Arena con los brazos en alto y con el billete a Mónaco para el sorteo de cuartos del viernes en la mano. Fue una batalla, pero un equipo como el Inter de Milán tiene ese lema grabado a fuego en su escudo. Tras más de tres cuartos de partido moribundo, hundido, pisoteado futbolísticamente por un Bayern colosal, inspirado en el futbol ofensivo, pero poco acertado en la definición, el equipo italiano dio vuelta un encuentro épico.
Fue el partido de Pandev. Y el de Eto’o. El camerunés abrió la lata en el minuto 4 con una internada de las suyas por la izquierda. El fuera de juego parecía claro, pero el colegiado no anuló el gol. ¿El pase de quién? De Pandev, claro. El Bayern no estaba, se encontraba apagado o fuera del área de cobertura. Pero a partir de ahí, el Inter se solidarizó con su rival y se esfumó del partido. Poco a poco, el Bayern daba cuenta de dónde estaba: en unos octavos de la Champions. Y en la primera que tuvo Robben, encontró el empate. Zapatazo desde fuera del área del holandés que le rebota a Julio Cesar y que aprovecha Mario Gómez para batir al meta con una preciosa vaselina de espaldas. El tanto sirvió para que se despertaran las figuritas de los alemanes. Ribery y Robben por las bandas, Schweinsteiger desde lejos, y Mario Gómez intentando cazar los balones aéreos. Se veía venir el segundo, y llegó en el 31’ de las botas de Müller, que aprovechó un intento fallido de Motta por cortar el enésimo pase en profundidad de Robben. Desde aquí hasta el descanso, todo de los rojiblancos, que volvían a estar en cuartos.
Comenzaba la segunda parte, y el Bayern seguía como acabó los primeros 45 minutos: atacando. Paradón de Julio Cesar en el 62’ a una volea de Müller dentro del área tras un centro de Ribery. Pero el equipo alemán volvió a apagarse. La tranquilidad de los dos goles de ventaja en la eliminatoria hizo que el centro del campo le diera al off y dejara de proporcionarle balones a Mario Gómez. El Inter, con menos cansancio que su rival, aprovechó en el 63’ la somnolencia del Bayern para empatar el partido. Un tremendo zapatazo desde la frontal de Sneijder le daba la vida a un conjunto italiano que, hasta ese momento, estaba siendo aplastado futbolísticamente. Múnich empezaba a temblar, miraba el reloj, y Eto’o y Pandev se frotaban las manos. El Inter se aproximaba, asfixiaba, no dejaba salir a un Bayern que lamentaba todas las ocasiones desperdiciadas. Y lo que más se temía, acabó pasando. Se acababa el partido, Eto’o controló un balonazo dentro del área en el minuto 88’, se fue de Breno y se la puso por bajo a Pandev, que batió a Kraft con un gran disparo.
Medio Milán se volvía loco. Múnich se llevaba las manos a la cabeza. En un partido épico que tardará tiempo en olvidarse, se rompió la magia de esa mítica frase futbolística: “El fútbol es un deporte de 11 contra 11 en el que siempre gana Alemania". Esta noche, al menos por hoy, ganó Italia.
CHAMPIONS LEAGUE. Se preveía un partidazo. Y no defraudó. El replay de la última final de la Champions, en la vuelta de los octavos en Múnich. Y acabó como aquella vez en Madrid. El campeón de Europa se fue del Allianz Arena con los brazos en alto y con el billete a Mónaco para el sorteo de cuartos del viernes en la mano. Fue una batalla, pero un equipo como el Inter de Milán tiene ese lema grabado a fuego en su escudo. Tras más de tres cuartos de partido moribundo, hundido, pisoteado futbolísticamente por un Bayern colosal, inspirado en el futbol ofensivo, pero poco acertado en la definición, el equipo italiano dio vuelta un encuentro épico.
Fue el partido de Pandev. Y el de Eto’o. El camerunés abrió la lata en el minuto 4 con una internada de las suyas por la izquierda. El fuera de juego parecía claro, pero el colegiado no anuló el gol. ¿El pase de quién? De Pandev, claro. El Bayern no estaba, se encontraba apagado o fuera del área de cobertura. Pero a partir de ahí, el Inter se solidarizó con su rival y se esfumó del partido. Poco a poco, el Bayern daba cuenta de dónde estaba: en unos octavos de la Champions. Y en la primera que tuvo Robben, encontró el empate. Zapatazo desde fuera del área del holandés que le rebota a Julio Cesar y que aprovecha Mario Gómez para batir al meta con una preciosa vaselina de espaldas. El tanto sirvió para que se despertaran las figuritas de los alemanes. Ribery y Robben por las bandas, Schweinsteiger desde lejos, y Mario Gómez intentando cazar los balones aéreos. Se veía venir el segundo, y llegó en el 31’ de las botas de Müller, que aprovechó un intento fallido de Motta por cortar el enésimo pase en profundidad de Robben. Desde aquí hasta el descanso, todo de los rojiblancos, que volvían a estar en cuartos.
Comenzaba la segunda parte, y el Bayern seguía como acabó los primeros 45 minutos: atacando. Paradón de Julio Cesar en el 62’ a una volea de Müller dentro del área tras un centro de Ribery. Pero el equipo alemán volvió a apagarse. La tranquilidad de los dos goles de ventaja en la eliminatoria hizo que el centro del campo le diera al off y dejara de proporcionarle balones a Mario Gómez. El Inter, con menos cansancio que su rival, aprovechó en el 63’ la somnolencia del Bayern para empatar el partido. Un tremendo zapatazo desde la frontal de Sneijder le daba la vida a un conjunto italiano que, hasta ese momento, estaba siendo aplastado futbolísticamente. Múnich empezaba a temblar, miraba el reloj, y Eto’o y Pandev se frotaban las manos. El Inter se aproximaba, asfixiaba, no dejaba salir a un Bayern que lamentaba todas las ocasiones desperdiciadas. Y lo que más se temía, acabó pasando. Se acababa el partido, Eto’o controló un balonazo dentro del área en el minuto 88’, se fue de Breno y se la puso por bajo a Pandev, que batió a Kraft con un gran disparo.
Medio Milán se volvía loco. Múnich se llevaba las manos a la cabeza. En un partido épico que tardará tiempo en olvidarse, se rompió la magia de esa mítica frase futbolística: “El fútbol es un deporte de 11 contra 11 en el que siempre gana Alemania". Esta noche, al menos por hoy, ganó Italia.
En el otro enfrentamiento de octavos de final, el Manchester United derrotó 2-1 al Olympique de Marsella en Old Trafford con dos goles de 'Chicharito' Hernández, y se metió en el bombo de los cuartos de final.
Facu Fernández
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