martes, 31 de mayo de 2011

LA FILOSOFÍA DEL TRIUNFO.


En septiembre de 2009 empezó una andadura que ha dado sus frutos, un campeonato de liga y principalmente una amistad.

Recién empezado el curso escolar 2009 – 2010 se forma el equipo benjamín de baloncesto del Club Deportivo La Salle. El equipo está formado por alumnos del propio colegio que se encuentran en 3º de primaria.
 
Como en todo comienzo se plantean diferentes dificultades a las que poco a poco van haciendo frente. El primer año es complicado ya que los resultados de los partidos no son buenos, pero no se quedan con un mal sabor de boca ya que se cumplieron todas las expectativas pendientes para ellos. 
La temporada 2010 – 2011 se plantea de forma diferente. Es su segundo año y ya tienen aprendidas las premisas básicas de baloncesto. Ya no es empezar desde cero sino continuar con todo lo aprendido en el primer año. En este caso los resultados son los que hablan y gracias al esfuerzo y dedicación consiguen el campeonato de liga. 



 
Para conseguir todo esto es necesario que los entrenamientos sean disciplinados, estén bien organizados y que el equipo técnico ponga el máximo empeño en su desarrollo.
Los entrenamientos se dividen principalmente en siete partes: toma de contacto, calentamiento, técnica individual, técnica de grupo, situaciones de juego, partido y desconexión.



La toma de contacto es una reunión de entrenadores y jugadores antes de entrenar para hablar de los partidos jugados y los que quedan de temporada.

 
El calentamiento, la técnica individual y de grupo son el punto fuerte de cada entrenamiento.









Actualmente se le da muy poca importancia a la preparación de los más jóvenes en su periodo de iniciación al deporte y cuán importante es, a la hora de formar jugadores de provecho y proyección. Esto pasa también con la figura del entrenador que será a la larga, el máximo responsable de que los niños lleguen, no solamente a ser grandes jugadores, sino también personas, perfectamente formadas para la vida cotidiana.
“El entrenador en estas primeras etapas de la vida deportiva de un jugador es más un profesor”, explicaba Marta, entrenadora del equipo benjamín. Hay que enseñarles a iniciarse en el juego. Para conseguirlo hay que ser didáctico, directo y claro, explicando al jugador el porqué se pueden hacer unas cosas y otras no, prestando mucha atención a si los niños progresan, si les gusta el baloncesto y que entre ellos reine un buen ambiente.
El entrenador es el educador y punto de referencia para el niño y debe ser paciente, divertido, dinámico, cariñoso y justo, buscando un equilibrio entre aprendizaje y diversión, creando un clima adecuado para el desarrollo del principiante como jugador y como persona, teniendo en cuenta que su labor desde la formación no es una actitud simple y placentera, sino un duro y no siempre gratificante trabajo, donde hay que reunir cualidades psicológicas que servirán para ir formando al niño en una filosofía de trabajo. 


Para los jóvenes los entrenamientos deben ser dinámicos y alegres, donde vean su progresión. En la competición deben divertirse y respetar al contrario, y que el ganar o perder, en estas primeras etapas no sea lo más importante, buscando constantemente ilusionar, motivar e incentivar a los jugadores. “Después de un día duro de trabajo o estudio, llegas al entrenamiento derrotado pero hay que saber diferenciar. No seríamos un buen ejemplo para ellos si nos dejásemos llevar por nuestro estado de ánimo a la mínima” comenta Marta.

 
Como dijo Michael Jordan, ex jugador profesional de baloncesto estadounidense, en su libro “Mi filosofía del triunfo”, "Siempre he creído que si uno se pone a trabajar, los resultados llegarán tarde o temprano. No hago las cosas creyendo a medias. Sé que al hacerlo así, sólo puedo esperar resultados mediocres."
Esta es la filosofía del benjamín de La Salle, trabajo, esfuerzo y nunca creer a medias.



Lucía Mª Vázquez Tobal

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