Son los más odiados, los más polémicos, los más discutidos, los más insultados, los más presionados. Les doy una pista: estamos hablando de fútbol. ¿Ya se imaginan ustedes de quiénes se trata? Los seguidores culés, seguramente, responderían “José Mourinho”. Los madridistas, en cambio, podrían comentar un “Joan Laporta” o un “Sergio Busquets”. Incorrecto. Se trata de los árbitros, esos hombrecillos tantas veces señalados, pese a que su objetivo es pasar completamente desapercibidos en medio del espectáculo deportivo con más seguidores del mundo.
Los árbitros llevan pisando un terreno de juego semana tras semana desde 1874, cuando el primer reglamento de fútbol de la historia, The Laws of the Game, contempló la necesidad de introducir un juez en el campo. 4 años más tarde, se introdujo el silbato para controlar el juego y, en 1891, se añadieron los liniers para ayudar al colegiado en sus decisiones. El uso de las tarjetas amarilla y roja para sancionar a los futbolistas se hizo esperar hasta el Mundial de México 70’. Hasta ese momento, las sanciones eran de tipo verbal. El árbitro gozaba de un papel secundario dentro del rectángulo de juego, pero muy respetado por los jugadores y el público. Con el tiempo, este respeto se fue perdiendo poco a poco.
El trío arbitral salta al campo junto con los equipos. |
Hoy en día, las actuaciones arbitrales son muy criticadas por la prensa, los seguidores, los entrenadores y por los propios futbolistas. Sin embargo, y a pesar de la mala fama, en los últimos cuatro años el número de árbitros inscritos en España aumentó en un 30%. ¿Qué es lo que provocó esta fiebre por un oficio que, hasta el momento, se trató más de una vocación que de un trabajo? Marco Antonio Santurino, director técnico de la Escuela de Árbitros de Asturias, afirma que “la crisis tiene una importancia enorme en este ‘boom’ arbitral que estamos viviendo”. Destaca también que “a pesar de que Asturias no es una comunidad con una gran presencia de extranjeros, muchos hijos de inmigrantes hacen los cursillos”. La edición digital de El Confidencial publica un artículo sobre este incremento de árbitros en España y sus posibles consecuencias.
Entre 2007 y 2011, el número de árbitros en Asturias aumentó de 277 a 370. La crisis económica, la publicidad y el lavado de imagen que ha sufrido la profesión son algunas de las causas. Nicolás Seoane es árbitro del Colegio Asturiano. Desde su debut en 2007, consiguió ascender de categoría año a año y, a sus 18 años, el joven argentino ya se encuentra en Regional Preferente. “Empecé a los 14 años porque tenía que hacer deporte y, encima, me pagaban por ello. Al principio fue difícil. Es un mundo en el que tienes poca ayuda para tomar decisiones y cuesta acostumbrarse”, explica Seoane.
El punto negativo de este deporte, y al que tienen que hacer frente los colegiados jornada tras jornada, son las agresiones verbales y físicas. En el fútbol moderno se dan algunos casos de violencia, incluso al más alto nivel. Lo que comienza con insultos verbales y amenazas puede transformarse, en pocos minutos, en una auténtica batalla campal. La capacidad del árbitro para sacar adelante el partido es un factor esencial para frenar estos comportamientos.
Pero los jueces noveles no atienden demasiado a los riesgos que conlleva la profesión. Para muchos, se trata de obtener dinero fácil y rápido. Desde un primer momento, y tras aprobar una serie de cursillos, se puede ganar fácilmente unos 150 euros al mes arbitrando partidos de niños los sábados por la mañana. Meses después, se accede a pitar partidos de juveniles los domingos, por los que se puede obtener unos 250 euros mensuales, incluyendo dietas. Para continuar ascendiendo, es necesaria una mayor entrega física y académica. A medida que se asciende de categoría, las ganancias aumentan. En categoría regional, un árbitro puede ganar hasta 80 euros por partido, superando con facilidad los 150 euros semanales. Todo un empujón para afrontar la crisis de forma más holgada. Sin embargo, para conseguir la promoción es necesario superar una serie de pruebas de nivel físico y teórico. “En Preferente estamos obligados a entrenar un día a la semana, y otros días salgo a correr por mi cuenta. Las pruebas de control no son muy exigentes, pero hay que estar bien preparado y conocer muy bien las reglas del juego. El ascenso hasta 3º División es más o menos asequible. Llevo ascendiendo de año en año desde mi debut en 2007”, explica Seoane.
Nicolás Seoane, árbitro de Regional Preferente. |
El acceso a la Segunda División B del fútbol español es el salto más difícil para los colegiados. Además de superar pruebas físicas y técnicas cada tres meses, los árbitros deben estar entre los tres mejores de su grupo autonómico de Tercera División. Con todo este esfuerzo, solo consiguen que el comité regional les envíe como aspirantes a 2ºB ante el CTA, donde el proceso se repite nuevamente hasta lograr una gran criba. En este momento, es tan difícil ascender como fácil descender de categoría. La división de plata y la Primera División está reservada para la élite del arbitraje. El sueldo anual ronda los 100.000€, unos 6.000€ por partido más las dietas y el desplazamiento. A pesar de disfrutar de cierta independencia económica, la mayoría dispone de un trabajo adicional con el que ocupan su tiempo de lunes a viernes. Sin embargo, están obligados a soportar la presión, las críticas, los insultos y la exposición mediática a la que están sometidos por pertenecer al mundo del fútbol. Los partidos de semifinales de la Liga de Campeones entre el Barcelona y el Real Madrid son una muestra de las críticas y la presión a la que está sometidos estos profesionales.
En los últimos años, los árbitros han estado en el punto de mira de los aficionados al fútbol, la prensa, los jugadores y los entrenadores. En las categorías más altas, todo lo que rodea a este mundo se sobredimensiona. Cada decisión es discutida, reprochada, llevada al extremo de la polémica. El fútbol se ha convertido de la noche a la mañana en un negocio con muchos intereses en juego. Sin embargo, y a pesar de que en España las quejas sobre las decisiones de los colegiados son el pan de cada día, el arbitraje nacional es considerado uno de los mejores del mundo según una encuesta de la FIFA.
Al aumentar el número de colegiados en España, posiblemente también se incremente el nivel del arbitraje. Cuantas más personas hagan los cursos, habrá mayores posibilidades de encontrar profesionales cualificados. Se trata de una experiencia dura para los jóvenes, en la que deben aprender a ser disciplinados para soportar la presión que les acompañará desde sus inicios. “Es una buena forma de que todo el mundo nos comprenda. Deberían probar la experiencia y darse cuenta de lo duro que resulta para nosotros hacer nuestro trabajo partido a partido”, afirma Seoane, mientras revisa su cronómetro, se ajusta las medias y se dispone a saltar una vez más al campo. Sin sus decisiones, no habría espectáculo. Sin su aportación, no habría fútbol.
Facundo Fernández
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