El ciclismo siempre se ha caracterizado por su pureza, su lucha y sufrimiento, el ímpetu de superarse y de no ser alcanzado. Es sin duda, uno de los deportes más duros que existen hoy en día y sus protagonistas, los ciclistas, representan el máximo exponente de preparación, esfuerzo y mentalidad. Todo ello se pone a prueba en etapas en las que más de cien kilómetros separan la salida de la meta, y donde el más mínimo detalle inclina la balanza de un lado o del otro, del triunfo o de la derrota. El ciclismo sufre todo tipo de penalidades pues sin ellas no sería ciclismo, con ellas este deporte alcanza otra dimensión.
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Federico Martín Bahamontes |
En la historia del ciclismo muchas han sido las competiciones que han reinado este mundo pero a la hora de la verdad siempre se recuerdan tres, las más representativas y conocidas como Grandes Vueltas: el Tour de Francia, el Giro de Italia y la Vuelta a España. Cuando el ciclismo empezó rodar, valientes ciclistas corrían con unas pesadas bicicletas de hierro y eran ellos mismos quienes llevaban sus propios parches y herramientas. Miles de kilómetros repartidos en interminables etapas donde un sol justiciero y lluvias heladas mermaban las fuerzas, donde carreteras resbaladizas y polvorientos caminos han exprimido a lo largo del S. XX a los míticos corredores que por ellas han pasado y llegado a lo más alto del podio: Anquetil, Merkx, Heras, Rominger, Indurain, Pantani o Amstrong.
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Lance Amstrong y Marco Pantani |
Las subidas al Angliru, al Tourmalet, a Gardeccia han recogido los mejores duelos en un deporte en el que el compañerismo y la deportividad están a la orden del día. Esperar al máximo rival cuando éste ha sufrido cualquier tipo de percance, ayudar a un corredor de otro equipo cuando ha caído en el asfalto o compartir la bebida y la comida son símbolos de este deporte aunque en muchas ocasiones suscitan un gran debate entre competitividad y fair play. Y es que el peligro también acecha a todo corredor. Los descensos a velocidades inimaginables para una bicicleta, el terreno resbaladizo o la desconcentración han puesto en apuros a todo profesional del ciclismo ofreciendo innumerables accidentes y caídas hasta en la línea de meta. Un peligro que a veces cuesta la vida y una gran lista de ciclistas fallecidos ejerciendo su profesión lo demuestra. Hace unos años la polémica de llevar casco o no se saldó finalmente con el uso obligatorio de este accesorio de seguridad sin embargo, no siempre es suficiente.


Este deporte tan especial y único no ha de rendirse en condenar estos hechos y seguir adelante con sus proyectos y espectáculo. Todo sea por el bien de un deporte de los que ya pocos quedan, tan puro y natural como espectacular.
Fernando Cardenal Arenas
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