jueves, 2 de junio de 2011

SACRIFICIO Y SUPERACIÓN

El ciclismo siempre se ha caracterizado por su pureza, su lucha y sufrimiento, el ímpetu de superarse y de no ser alcanzado. Es sin duda, uno de los deportes más duros que existen hoy en día y sus protagonistas, los ciclistas, representan el máximo exponente de preparación, esfuerzo y mentalidad. Todo ello se pone a prueba en etapas en las que más de cien kilómetros separan la salida de la meta, y donde el más mínimo detalle inclina la balanza de un lado o del otro, del triunfo o de la derrota. El ciclismo sufre todo tipo de penalidades pues sin ellas no sería ciclismo, con ellas este deporte alcanza otra dimensión.

 

Federico Martín Bahamontes

En la historia del ciclismo muchas han sido las competiciones que han reinado este mundo pero a la hora de la verdad siempre se recuerdan tres, las más representativas y conocidas como Grandes Vueltas: el Tour de Francia, el Giro de Italia y la Vuelta a España. Cuando el ciclismo empezó rodar, valientes ciclistas corrían con unas pesadas bicicletas de hierro y eran ellos mismos quienes llevaban sus propios parches y herramientas. Miles de kilómetros repartidos en interminables etapas donde un sol justiciero y lluvias heladas mermaban las fuerzas, donde carreteras resbaladizas y polvorientos caminos han exprimido a lo largo del S. XX a los míticos corredores que por ellas han pasado y llegado a lo más alto del podio: Anquetil, Merkx, Heras, Rominger, Indurain, Pantani o Amstrong.

Lance Amstrong y Marco Pantani

Las subidas al Angliru, al Tourmalet, a Gardeccia han recogido los mejores duelos en un deporte en el que el compañerismo y la deportividad están a la orden del día. Esperar al máximo rival cuando éste ha sufrido cualquier tipo de percance, ayudar a un corredor de otro equipo cuando ha caído en el asfalto o compartir la bebida y la comida son símbolos de este deporte aunque en muchas ocasiones suscitan un gran debate entre competitividad y fair play. Y es que el peligro también acecha a todo corredor. Los descensos a velocidades inimaginables para una bicicleta, el terreno resbaladizo o la desconcentración han puesto en apuros a todo profesional del ciclismo ofreciendo innumerables accidentes y caídas hasta en la línea de meta. Un peligro que a veces cuesta la vida y una gran lista de ciclistas fallecidos ejerciendo su profesión lo demuestra. Hace unos años la polémica de llevar casco o no se saldó finalmente con el uso obligatorio de este accesorio de seguridad sin embargo, no siempre es suficiente.

Caída de Joseba Beloki en el Tour de Francia


El ciclismo se ha convertido en un espectáculo seguido por miles de personas. Los esfuerzos de los que hacen gala los corredores, el sacrificio y la superación, los paisajes que esconde cada etapa y una gran promoción y publicidad han ayudado a que este  deporte sea masivo tanto en su participación como en su seguimiento. A todos nos viene a la cabeza esas subidas a puertos de montaña inundadas por seguidores y amantes del ciclismo de todas las nacionalidades que son capaces de aguantar las mismas penalidades que el corredor.


Desgraciadamente, este deporte esconde una identidad que en los últimos años ha salido a la luz en forma de escándalos y rupturas deportivas. El problema del dopaje ha afectado a un gran número de equipos y profesionales y ha eclipsado el panorama mediático de este deporte. En el Siglo XXI cientos de ciclistas han transformado la imagen del deporte de la bicicleta. Este se ha convertido en un circo de transfusiones y jeringuillas a los ojos de la opinión pública y decenas de operaciones policiales han acabado con la detención y encarcelamiento  de equipos el completo. Esta situación a veces insostenible ha ayudado en gran parte a que los análisis médicos y las acusaciones estén a la orden del día. Profesionales como Alberto Contador han sufrido en sus propias carnes la persecución, el seguimiento de cerca y todo tipo de declaraciones contra su persona y dignidad que no hacen sino ensuciar al ciclismo en su totalidad y condenarlo para siempre.

Este deporte tan especial y único no ha de rendirse en condenar estos hechos y seguir adelante con sus proyectos y espectáculo. Todo sea por el bien de un deporte de los que ya pocos quedan, tan puro y natural como espectacular.




 



Fernando Cardenal Arenas

 

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